En el tribunal
El juez dice a la testigo: Sea muy exacta en su declaración. Usted debe decir únicamente lo que ha visto, no lo que ha oído decir. Veamos, ¿cuándo nació usted?
–Esto, contesta rápidamente la testigo, es cosa que sólo he oído decir.
(Los 1500 Mejores Chistes. De Vecchi Ediciones, S.A., 2011, Barcelona, p. 60).
Última voluntad
Un condenado a muerte sale de la celda para consumir su última comida.
– Puede pedir lo que quiera, le dice el oficial de prisiones.
– ¿Incluso una botella de champaña?
– Desde luego. ¿De qué año la quiere?
– Del 2020.
(Idem, p. 60)
Antes de la ejecución
– Valor, ha llegado la hora de saldar su deuda con la sociedad.
El condenado: ¿No sería lo mismo pagarla con un cheque?
(Idem, p. 62)
Incorregible
Juez: Usted no tiene arreglo. Hace un mes robó un par de zapatos, la semana pasada otro par.
– Perdone, señor juez, es que el primero me apretaba mucho.
(Idem, p. 69)
¡Mejor la muerte!
La mujer: No sé de quién ha heredado estos defectos nuestro hijo. De mí, no, desde luego.
El marido: De ti no; claro; todavía los tienes todos.
(Idem, p. 76)
La tarifa
El juez lee la sentencia: El acusado es condenado a pagar cinco mil pesetas de multa por haber proferido unas frases injuriosas para la autoridad. ¿Tiene usted algo que alegar?
– Desde luego, pero, en vista de la tarifa, prefiero callarme.
(Idem, p. 80)
Ladrón
Juez: ¿Se declara usted culpable o inocente?
– Inocente, señor juez.
– Entonces, ¿ésta es la primera vez que le detienen?
– Sí, nunca había robado antes.
(Idem, p. 83)
El vendedor de sangre fría (¿o publicidad engañosa?)
En una calle de Sevilla un vendedor exótico ofrece alfombras… orientales. Un viandante después de examinar la mercancía, le dice: Oye, amigo, no te hagas el listo: estas alfombras se fabrican en Córdoba… y no son orientales.
Y contesta el otro: No engaño a nadie, ¿o es que Córdoba no está a oriente de Sevilla?
(Idem, p. 86)
En el tribunal
El juez: Señor abogado, hemos tenido que aplazar la vista porque, según parece, se levanta usted un poco tarde.
Abogado: Es que yo no tengo la suerte de poder dormir aquí.
(Idem, p. 86)
El verdadero cliente
– Acusado, dénos su nombre y su fecha de nacimiento.
– ¡Qué poca memoria tiene, señor presidente! Cada vez me hace las mismas preguntas…
(Idem, p. 100)
Entre cliente y abogado
– Le ruego que se encargue de mi defensa.
– ¿Tiene usted dinero?
– No, pero tengo un automóvil.
– Entonces acepto… ¿de qué se le acusa?
– De haber robado un automóvil.
(Idem, p. 101)
Pescador furtivo
El guarda: La pesca está prohibida en este lugar; cincuenta pesetas de multa.
El pescador: Si no pesco; estoy enseñando a nadar a mis gusanos.
El guarda: ¿Puedo ver esos gusanos?
El pescador levanta el trapo y le muestra sus gusanos.
El guarda: Cincuenta pesetas de multa. Van sin bañador y por consiguiente he incurrido en falta.
(Idem, p. 102)
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